Próximamente van a cumplirse veinte años de la creación del consorcio de exportación Consorfrut (www.consorfrut.com), uno de los casos de colaboración interempresarial más exitosos de nuestro país. En estos años, lo que inicialmente era sólo un proyecto de cooperación para mejorar la capacidad exportadora de sus miembros se ha convertido en una de las principales firmas exportadoras de fruta y verdura, con filiales en Polonia, Rusia, Argentina, etc. Consorfut es hoy en día uno de los mayores proveedores de las grandes superficies polacas (www.consorfrut.pl) y el principal productor de bananas del país con 42 cámaras de maduración.
La dinamización de este consorcio, así como su configuración y puesta en marcha, fue llevada a cabo por Consortia, con el importante apoyo en este caso del futuro gerente del grupo, y al amparo del Programa de Promoción de Consorcios de Exportación de la Cámara de Comercio de Valencia. Este programa fue clave para la generación de decenas de acuerdos de cooperación empresarial entre diversos tipos de empresas de diferentes sectores empresariales (industriales, agrícolas, servicios, transportistas, empresas turísticas, etc.).
Para la puesta en marcha de este consorcio se siguió escrupulosamente la metodología generada por Consortia para la promoción y configuración de redes de intercooperación empresarial, que consta de las distintas etapas:
- Dinamización: la Cámara de Comercio jugó en este caso un papel fundamental para la promoción de la figura de los consorcios, difundiendo buenas prácticas y poniendo a disposición de empresas interesadas técnicos expertos que apoyaran la materialización de las redes. El papel de una institución nodriza se revela como elemento clave para difundir experiencias y generar un clima de confianza entre las empresas. Además, en esta fase se lleva a cabo la identificación de las empresas candidatas y se verifica su encaje en los proyectos.
- Enfoque: con el apoyo de personal experto, las empresas que entran en un proceso de cooperación definen objetivos, mercados, canales, recursos, etc. Con ello quedan perfectamente claros la envergadura y contenidos del acuerdo, con una hoja de ruta clara y consensuada entre los participantes en el acuerdo.
- Organización: tras el enfoque del proyecto es necesario armar el acuerdo, lo que implica elaborar unas normas de funcionamiento justas e imparciales, plasmadas entre otros vehículos en un Reglamento de Régimen Interior o protocolo interno, de obligatorio cumplimiento para las empresas.
- Puesta en marcha: en esta fase las firmas constituyen formal y jurídicamente el vínculo de la cooperación, dotándolo de armazón legal, a la vez que comprometen los recursos humanos, materiales y financieros necesarios para su materialización.
- Seguimiento: finalmente, es preciso que el personal experto mantenga temporalmente su apoyo a las redes de cooperación generadas con el fin de prever cualquier disfunción que pueda lastrar su posterior desarrollo.
Ahora bien, no sólo la metodología experta para la generación de alianzas es clave para el éxito de estas iniciativas. También lo es la elaboración de un buen proyecto, centrado en el cliente y en la generación continua de valor. En el caso de Consorfrut, la definición de una buena estrategia jugó un papel muy importante: la selección idónea de los países objetivo, la consecución de una gama de productos complementaria directamente de productores (que permitiera no sólo desintermediar, sino también mantener un vínculo de relación y dependencia del cliente frente al proveedor), la opción por la implantación frente a las fórmulas meramente exportadoras, etc.
Una alianza interempresarial con éxito, por tanto, precisará de una buena conjunción de saber metodológico especializado, pero también de una buena definición estratégica del proyecto.